SOMOS LOS PERREROS DEL LUGAR

Primer Lugar

Pinchamos la rueda, amordazamos al conductor y rápidamente saqueamos el cargamento. Los sacos eran pesados, pero la fuerza de nuestras necesidades resistía cualquier kilo. En un momento recordé a mi viejo: había trabajado mucho en la mina, una chispa lo dejó sin el oficio. Recordé que eran tiempos de hambre, y, siendo un cabro grande, no quería el mismo destino, entonces elegí una nueva forma de vivir. Corrimos velozmente mientras la gente, impresionada, desde sus casas gritaba: «¡Andan los perreros!». Aquello más nos alentaba. Lota nos tenía respeto, pocas personas se atrevían a expropiarle de esta forma a la Enacar.

Agustín Arriagada, 20 años
Lota

Ilustración: Makarena Kramcsák