LA CALETA

Premio al Mejor Relato de la Memoria

El tiempo detenido en caleta Tumbes, al alba los pescadores traían en sus botes los productos para vender. Algunos los procesaba la Mery cociendo ollas de caracoles y en las tardes al lado del fogón todos sacábamos con un alfiler el cuerpo cocido que sería vendido en Las Canchas. Hasta ahí llegaba nuestra visión del mundo. Teníamos el mar en nuestra piel que nos hacía nadar y volar. Fuimos felices hasta que nos robaron el encantamiento. Septiembre, barcos iban y venían de la isla Quiriquina. Silencio sepulcral en la caleta. Con diez años no se comprende el horror. Hoy pude llorar.

María Eugenia Moraga Cartes, 65 años
Los Ángeles